Cuando miro hacia atrás y veo cómo era mi vida antes de comprometerme con el Señor, me sorprendo de cómo El ha querido utilizarme para llevar su palabra pues igual que Pablo era insolente y blasfema. Sin embargo, El tuvo compasión de mí y me fue buscando el lado hasta que no me le pude escapar más. Su gracia abundó más que el pecado.
Todos tenemos un ministerio para el cual fuimos llamados y sin el cual siempre sentiremos que algo nos falta, debemos orar para discernir cuál es y dar el paso en fe para cumplir con lo que nos han encargado confiando en que El el dueño de los resultados.
"Señor ayúdame a ejercer el ministerio que me has confiado con amor, entrega y mucha humildad, recordando siempre que eres tú El que lo dirijes para el bien de mis hermanos. Dame la fuerza para perseverar siempre en tu camino. Amen"
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