A Jesús no le impresiona cuánto sirves en la Iglesia sino cuál es la actitud de tu corazón. Los niños no son tomados en cuenta para tomar decisiones importantes, pues se les considera ignorantes de muchas cosas. Pero ellos confían en sus padres ciegamente pues son su seguridad de alimento, cariño y protección. Ellos ven a sus padres como lo mejor que hay y entienden que tienen a los mejores del mundo, para ellos lo mejor es estar cerca de sus padres y los preferirán ante todo, aún más en las noches cuando les da miedo la oscuridad.
Cuando somos niños delante del Señor, somos importantes porque nos hacemos pequeños delante de El y reconocemos su grandeza, no es algo que hacemos sino lo que confiamos que El hace por nosotros lo que nos hace grandes. En la medida que nuestra humildad crece, en esa medida somos importantes porque le damos la gloria a quien se la merece.
Seamos niños obedientes ante los mandatos de nuestro Padre, El quiere lo mejor para nosotros y nos prometió que nada nos faltaría si hacemos lo que El nos dice. Confiemos como los niños en que cuando le pedimos algo a nuestro Padre, El nos lo dará.
"Quiero ser como un niño, Señor, ayúdame a confiar ciegamente en ti porque en ti solamente se puede confiar, que no haga alarde de nada porque todo me ha sido dado por ti y que en vez de buscar los primeros puestos, busque agradarte siempre. Amén"
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