Acoger la palabra de Dios y dar fruto debe ser la meta de todo cristiano. Somos dichosos porque vemos lo que otros no ven y oímos lo que otros no escuchan. Sin embargo,lo más probable es que de vez en cuando nos tapemos los oídos y los ojos, porque no queremos asumir las consecuencias de ver y oír.
El Señor nos quiere sin miedo, nos quiere plenos y por eso quiere abrirnos el oído y los ojos para que demos fruto ya sea al treinta, sesenta o ciento por uno. El no nos pide que demos más de lo que podamos dar, pero nos pide que demos lo que podamos producir según nuestras capacidades.
Si Dios está de nuestra parte, quién podrá estar en contra nuestra, dejemos que su perfecto amor eche fuera el temor y sirvamosle sin reservas porque hay mucho que hacer para que este mundo cambie, hay muchas personas que necesitan ser consoladas, sanadas, acompañadas y sólo los que verdaderamente ven y escuchan pueden ofrecerle al mundo lo que en verdad necesita: Amor y compromiso.
"Señor, que mis ojos y mis oídos puedan siempre permanecer abiertos a tu palabra de forma que podamos dar fruto en ti en todo momento. Amen"
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