El Señor no quiere que sigamos las reglas cuando hay una necesidad mayor a ellas. Discernir cuando sí y cuando no seguirlas está sujeto a la misericordia. Los discípulos tenían hambre así que violaron la ley del sábado para poder comer. Los fariseos pretendían que mejor pasaran hambre.
Muchas veces, nosotros actuamos así, permitimos que nos gobiernen los prejuicios, las reglas que nosotros mismos creamos y olvidamos que lo más importante el el amor y la misericordia.
Que el Señor ponga en nosotros el deseo de ayudar a pesar de que podamos ser criticados,a pesar de que tengamos que saltarnos el protocolo, que prime en nosotros el amor siempre y ante todo.
"Padre, ayúdame a diferenciar cuando debo seguir lo impuesto por los hombres y cuando no, permite que mi corazón este siempre abierto a las necesidades de los demás. Ayúdame a no criticar a áquel que ayuda al otro sin importar nada más. Amen"
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