El amor del Padre es perfecto, incondicional, siempre está preocupado por nosotros. Siempre pendiente de nuestras necesidades, nos ama más allá de todo entendimiento. Por eso no debemos desesperarnos en las dificultades porque en todo saldremos vencedores por medio de Cristo, que nos ama como nos ama el Padre, hasta el extremo.
Todo buen padre quiere el bien de sus hijos dedica toda su vida a educar y proteger a aquellos que ama, muchas veces anteponiendo sus necesidades a las suyas propias. Recuerdo que mi padre trabajaba tres turnos para poder pagar los gastos y gracias a su esfuerzo y el de mi madre pude estudiar en un buen colegio e ir a una buena universidad. Su ejemplo y su apoyo siempre me han inspirado a dar lo mejor de mi, trabajar con excelencia y responsabilidad en todo lo que me corresponde. Gracias al amor de mi padre terrenal no me fue difícil conocer a mi Padre celestial y sentirlo cercano. Sé que si mi padre humano con tantas limitaciones pudo hacer tantas cosas por mi y las sigue haciendo, cuánto más no hará Dios que es dueño de lo imposible.
En verdad, el amor de Dios es muy especial y debe darnos la seguridad que conocemos los que hemos recibido el amor de padres humanos, porque es aún mayor.
"Gracias, Padre, porque no importa lo que haga, si me lo merezco o no, tú me amas sin medida, gracias por mi padre terrenal que con su entrega me recuerda lo mucho que me amas tú. Te pido por todos los hombres que tienen la dicha de ser padres para que puedan seguir el ejemplo de amor que eres tú y no le sea difícil comprender a ningún ser humano que en verdad, nada los podrá separar de tu amor.Amén"
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