Jesús, el rey del universo, fue humilde y no pretendió para sí ni oro ni poder de este mundo.Nosotros, al contrario, buscamos todos los bienes materiales, reconocimiento y poder que podamos conseguir. Queremos seguir a Jesús en la vida eterna, pero no en su forma de vivir. No es que esté mal querer tener bienestar sino anteponer a Jesús a esas cosas.
Hay personas que se pasan la vida pidiendo a Dios un buen empleo, pero cuando finalmente lo consiguen, se olvidan de El y no pueden buscarle porque el trabajo les consume demasiado tiempo. Otros evitan pagar impuestos para poder obtener mayores ganancias, explotan a sus empleados, etc. Al final aman al Señor sólo para lo que les conviene y olvidan que El puede ver lo que hay en nuestros corazones.
Cultivemos la humildad, la modestia, no querramos tener más de lo que realmente necesitamos, seamos justos y entonces tendremos la victoria que anhelamos, la que verdaderamente nos dará bendiciones sin fin,la presencia de Dios en nuestras vidas.
Hoy, miremos a Jesús, en su borrico, humilde, pero victorioso y pidamos parecernos más a El.
"Señor, qué difícil es ser modestos en estos tiempos donde lo único que importa es cuánto tienes, recuerdame que ni el valor de las personas ni su éxito se miden por la cantidad de posesiones o dinero que tengan sino en tenerte a ti, dueño y señor de todas las cosas. Amen."
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