Siempre he admirado la capacidad contemplativa de María, como ella guardaba en su corazón las acciones de este niño que ella no podía comprender pero que sabía venían de Dios.
María es para mi el ejemplo de cristiano más perfecto, nunca le falló a Dios aún cuando todo lo que le tocó vivir después de aceptar llevar su Hijo en su vientre, fue inseguridad, persecución, soledad. Qué difícil ha de haber sido para ella quedarse en Egipto donde probablemente no conocía a nadie y ni siquiera poder decidir hasta cuando se quedaría allí. Su peor momento fue por supuesto cuando tuvo que presenciar la horrible muerte de su Hijo, cuando tuvo que mirar su cuerpo desfigurado por la tortura sin poder hacer nada por El, cómo aceptar que su Hijo del que Gabriel le había dicho que sería un gran rey ahora yacía muerto entre sus brazos.Sin embargo, en vez de diluirse en la pena y renegar contra Dios, permaneció en oración junto a los apostóles.
Las escrituras no dicen mucho sobre esta mujer, pero lo poco que dicen es más que suficiente para saber que era una persona que no se dejaba abatir por las circunstancias, sino más bien guardaba silencio y esperaba en el Señor. Mientras más medito en ella, más me doy cuenta de que su actitud es la correcta, nunca una queja o palabra fuera de lugar, sólo confianza aún cuando la respuesta de Dios no parece ser la que esperaba.
Ahora ella está en el cielo, intercediendo por todos los que cumplen la voluntad de Dios, que también son hijos suyos a partir de que el Señor nos la entregó en la figura de Juan cuando le dijo:"Mujer he aquí a tu hijo, hijo he aquí a tu madre."
"Señor, Jesús, dame hoy un corazón como el de María, que siempre diga sí a tus mandatos sin importar las consecuencias, que siempre mantenga la calma en la adversidad pues confía en ti más que nada, que siempre ore y guarde en su corazón lo bueno, lo bello, lo santo, lo perfecto..aquello que agrada a Dios. Amen"
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